¡POBRA MAMÁ!
El pasado ocho de febrero llegó a
las pantallas españolas “Mamá”, una coproducción hispano-canadiense avalada por
la firma de Guillermo del Toro como productor ejecutivo. Los amantes del género
de terror aguardábamos ansiosamente este estreno, con la esperanza de que los
logros alcanzados por del Toro como director de El espinazo del diablo (2001) o El
laberinto del fauno (2006) se repitieran en Mamá. Niñas abandonadas y presencias extrañas resultaban un punto
de partida más que atractivo; además, desde el primer minuto, los sustos se sucedían
partiendo de elementos clásicos del género: puertas, escaleras, ruidos… La
atmósfera estaba perfectamente construida pero a los veinte minutos el guion ya
hacía aguas.
A pesar de los maravillosos
efectos especiales que podemos encontrar en el cine moderno, el guion sigue
siendo el cimiento, la base de una buena película, y esto es lo que falla en
“Mamá”. El director, Andy Muschietti, en
su primer largometraje conocido, utiliza una técnica canónica y perfecta,
propia del mejor y más clásico cine de terror, pero la historia pierde todo su
interés a los diez minutos de metraje, se descubre tópica, sin coordenadas y,
lo peor de todo, previsible.
¿Quién no piensa en la médium de Poltergeist cuando ve a la encargada del
archivo? ¿A quién no le viene a la cabeza la parejita de niñas horrorosas de El resplandor cuando aparecen Victoria y
Lili? ¿No vemos a la Samara de The ring
en la presencia de “mamá”? En síntesis, ninguno de los personajes resulta
original y esto contribuye a crear la sensación de que esta película ya la
hemos visto muchas veces.
Mamá no pasa de ser una película comercial dirigida a un público
poco exigente. Asusta poco, carece de intriga y, finalmente, termina por
aburrir. Mamá, tengo que decírtelo: me has decepcionado.
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