Estamos organizando un acto para el día del libro impresionante. Aún no es el momento de concretar nada, solo puedo decir que será algo espectacular y entrañable. Aquí os dejo una noticia del Diario Heraldo de Aragón que viene muy a cuento de la que vamos a preparar.
Una asociación judía rescató a 200 niños por la estación de Canfranc en el invierno de 1942
Ramón J. Campo. Zaragoza| 12/02/2013 a las 19:33
Un documento hallado en el Archivo de Nantes muestra que el plan era salvar a mil, pero la ocupación nazi frustró el proyecto
El Comité Conjunto de Distribución Judío Americano (JDC) salvó al menos a doscientos niños judíos en el invierno de 1942 por la estación internacional de Canfranc, llevándoselos en tren desde Marsella (Francia) hasta Lisboa (Portugal). El objetivo de esta asociación era rescatarlos de la Europa en guerra y trasladarlos en un barco hasta América. Aunque el plan que habían previsto era llevarse hasta mil pequeños, de edades entre 2 y 15 años, en colaboración con la Embajada francesa en Madrid, la ocupación de los nazis de la Francia de Vichy en noviembre de ese año y su llegada a la estación aragonesa, no permitió completar todo el proyecto.
Esta es la conclusión de un revelador documento encontrado en el Archivo de Asuntos Exteriores de Nantes (Francia) por la escritora e investigadora Rosa Sala Rose, que lo facilitó a HERALDO, y una entrevista que se realizó por correo electrónico con el portavoz del Comité Judío Americano (JDC), Michael Geller, residente en Nueva York. Los niños rescatados podían proceder de orfanatos donde se atendía a hijos de los judíos que eran encerrados en los campos de concentración.
La escritora Rosa Sala, autora de libros como 'La penúltima frontera. Fugitivos del nazismo en España' (Barcelona, Papel de Liar / Península, 2011) y 'Lili Marlen, Canción de amor y muerte' (Global Rythm, 2008), encontró el documento el año pasado a lo largo de una investigación histórica sobre los judíos y su fuga por España. Su trabajo se centró más en el paso por la frontera de Portbou, con documentación oficial en España y Francia. Aun así, Rosa Sala, una filóloga hija de catalán y alemana, fotografió el documento y lo guardó.
El valioso papel es una carta que envió el primer secretario de la Embajada de Francia en Madrid, Monsieur D'Aurelles de Paladines, a los responsables de la Compañía internacional de Coches Camas y de los Grandes Expresos Europeos, en la que advertía del plan que tenía el Comité Conjunto de Distribución Judío Americano (JDC) para transportar en tren a mil niños judíos. Se haría en varios grupos de 75 a 80 pequeños, que siempre irían acompañados por cuatro adultos.
«Mientras el plan inicial plasmado en el documento era salvar a mil niños, la salida de muchos de ellos fue cancelada cuando los nazis ocuparon la Francia de Vichy (noviembre de 1942). Al final, alrededor de 200 niños vinieron a Estados Unidos gracias al plan organizado por el comité JDC», precisó el pasado jueves el portavoz Michael Geller.
La estación internacional de Canfranc «está mencionada en dos documentos del JDC desde 1942 cuando se buscaba la mejor localidad alrededor de la cual pasaría la ruta para llevar a los niños hacia España», confirmó el portavoz del Comité Conjunto de Distribución Judío Americano.
Esta asociación creada en Estados Unidos ayudó a 81.000 judíos a emigrar y escapar de Europa entre los meses de septiembre de 1939 hasta el mismo mes de 1944. «JDC trabajaba de acuerdo con otras organizaciones para facilitar oportunidades de inmigración a los jóvenes refugiados», explica Michael Geller.
Los niños judíos cruzaron el Pirineo de todas las formas posibles porque sabían que la neutralidad de España y Portugal no iba a perjudicarles. «Mientras algunos pequeños atravesaron los Pirineos andando, muchos de ellos lo hicieron en tren», señala Geller.
La estación internacional de Canfranc les ofrecía ciertas facilidades en los tres primeros años ya que se encontraba en la zona liberada, en la Francia de Vichy.
Había dos trenes diarios que conectaban la frontera aragonesa con Madrid y Lisboa (uno a las 6.00 y otro a las 16.00). Pero en noviembre de 1942, un destacamento del Ejército del Tercer Reich se desplazó a la parte francesa de la estación y ocupó los Arañones. De hecho, arriaron la bandera tricolor francesa e izaron la cruz gamada de Alemania. Y su presencia frustró el paso de muchos judíos y otros europeos que querían escapar porque eran detenidos y enviados presos a la Torre del Reloj en Jaca, desde donde los trasladaban al campo de concentración de Miranda de Ebro (si eran militares británicos o norteamericanos, se les remetía al balneario de Alhama de Aragón).
Esta es la conclusión de un revelador documento encontrado en el Archivo de Asuntos Exteriores de Nantes (Francia) por la escritora e investigadora Rosa Sala Rose, que lo facilitó a HERALDO, y una entrevista que se realizó por correo electrónico con el portavoz del Comité Judío Americano (JDC), Michael Geller, residente en Nueva York. Los niños rescatados podían proceder de orfanatos donde se atendía a hijos de los judíos que eran encerrados en los campos de concentración.
La escritora Rosa Sala, autora de libros como 'La penúltima frontera. Fugitivos del nazismo en España' (Barcelona, Papel de Liar / Península, 2011) y 'Lili Marlen, Canción de amor y muerte' (Global Rythm, 2008), encontró el documento el año pasado a lo largo de una investigación histórica sobre los judíos y su fuga por España. Su trabajo se centró más en el paso por la frontera de Portbou, con documentación oficial en España y Francia. Aun así, Rosa Sala, una filóloga hija de catalán y alemana, fotografió el documento y lo guardó.
El valioso papel es una carta que envió el primer secretario de la Embajada de Francia en Madrid, Monsieur D'Aurelles de Paladines, a los responsables de la Compañía internacional de Coches Camas y de los Grandes Expresos Europeos, en la que advertía del plan que tenía el Comité Conjunto de Distribución Judío Americano (JDC) para transportar en tren a mil niños judíos. Se haría en varios grupos de 75 a 80 pequeños, que siempre irían acompañados por cuatro adultos.
«Mientras el plan inicial plasmado en el documento era salvar a mil niños, la salida de muchos de ellos fue cancelada cuando los nazis ocuparon la Francia de Vichy (noviembre de 1942). Al final, alrededor de 200 niños vinieron a Estados Unidos gracias al plan organizado por el comité JDC», precisó el pasado jueves el portavoz Michael Geller.
La estación internacional de Canfranc «está mencionada en dos documentos del JDC desde 1942 cuando se buscaba la mejor localidad alrededor de la cual pasaría la ruta para llevar a los niños hacia España», confirmó el portavoz del Comité Conjunto de Distribución Judío Americano.
Esta asociación creada en Estados Unidos ayudó a 81.000 judíos a emigrar y escapar de Europa entre los meses de septiembre de 1939 hasta el mismo mes de 1944. «JDC trabajaba de acuerdo con otras organizaciones para facilitar oportunidades de inmigración a los jóvenes refugiados», explica Michael Geller.
Los niños judíos cruzaron el Pirineo de todas las formas posibles porque sabían que la neutralidad de España y Portugal no iba a perjudicarles. «Mientras algunos pequeños atravesaron los Pirineos andando, muchos de ellos lo hicieron en tren», señala Geller.
La estación internacional de Canfranc les ofrecía ciertas facilidades en los tres primeros años ya que se encontraba en la zona liberada, en la Francia de Vichy.
Había dos trenes diarios que conectaban la frontera aragonesa con Madrid y Lisboa (uno a las 6.00 y otro a las 16.00). Pero en noviembre de 1942, un destacamento del Ejército del Tercer Reich se desplazó a la parte francesa de la estación y ocupó los Arañones. De hecho, arriaron la bandera tricolor francesa e izaron la cruz gamada de Alemania. Y su presencia frustró el paso de muchos judíos y otros europeos que querían escapar porque eran detenidos y enviados presos a la Torre del Reloj en Jaca, desde donde los trasladaban al campo de concentración de Miranda de Ebro (si eran militares británicos o norteamericanos, se les remetía al balneario de Alhama de Aragón).
Encontrar un billete
La batalla de los cientos de judíos que llegaban a Canfranc desde Francia los primeros tres años era encontrar billete para coger el tren de las cuatro de la tarde, porque las autoridades francesas no solían permitirles quedarse a dormir en el hotel Canfranc y no podían esperar al de la mañana siguiente. Ángel Arnal, un aduanero que trabajó en la frontera aragonesa, vio pagar mucho dinero y hasta joyas por un billete de tren en la taquilla de la estación, que estaba en el vestíbulo, porque ese papel les salvaba la vida.
En la carta, el secretario de la Embajada francesa en Madrid da a entender que ya le había contado este proyecto al responsable de la Compañía de Coches Camas en la división hispano portuguesa y en esa fecha viene a confirmarlo con los detalles que aporta.
Primero precisa que los niños saldrán desde la estación de Marsella (Francia) a lo largo del mes de diciembre de 1942, poco después de la ocupación de toda Francia por las tropas del Tercer Reich.
En vagones de tercera
«Ellos entrarán en España por la frontera de Canfranc, donde cada grupo tomará una plaza en el coche de tercera clase hasta Madrid», precisó el diplomático francés. La frontera aragonesa tenía dos trenes diarios con la capital española, uno a las 6.00, que solo podían coger quienes se quedaban a dormir en el Hotel Internacional de la estación o las fondas Marraco y Ara, y a las 16.00, que es el que iba siempre atestado de pasajeros en plena fuga hacia Lisboa para coger un barco rumbo hacia América.
El ferrocarril entre Canfranc y Madrid solía llevar seis vagones (tres eran coches cama, que podían acoger a 40 personas cada uno, y los demás eran de 1ª, 2ª y 3ª clase, con capacidad variables). El motivo de la carta, enviada el 2 de diciembre de 1942, fue informar al dueño de la compañía que gestionaba Wagon-lit en Madrid y Lisboa que el Comité Conjunto de Distribución Judío Americano había tomado la iniciativa de que el viaje sería realizado por grupos de niños pero que siempre irían acompañados.
Los vecinos de Canfranc que guardan memoria de esa época no vieron un amplio grupo de niños judíos, aunque ellos solían acudir a la estación para ver la salida del tren de las cuatro de la tarde y no el de las 6.00. Manuel Vieites y Ángel Arnal recuerdan familias con niños judíos y que podían esconderse en la estación, guarecidos del frío con la calefacción. Comentan con Ángel Izuel que a veces «había judíos que se escondían en las cuadras de la casa de Villa Rogelia, cerca del puesto avanzado de la Guardia Civil», entre Canfranc y Candanchú.
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